Skip to content Skip to footer

José Gregorio Hernández Cisneros nació el 26 de octubre de 1864 en la pequeña localidad de Isnotú, en el estado Trujillo, hacia el centro-oeste de Venezuela. Hijo de Benigno Hernández, comerciante y dueño de un almacén, y de Josefa Antonia Cisneros, quien se dedicaba a las labores del hogar. José Gregorio quedó como el mayor de seis hermanos pues la primera hija, de aquel solido matrimonio, murió prematuramente.

Cuando estaba por cumplir ocho años, su madre falleció; ella, además de amorosa progenitora, le impartió las primeras lecciones pedagógicas y de fe cristiana; posteriormente, su educación escolar estuvo a cargo del maestro del pueblito, Pedro Celestino Sánchez. También la tía paterna, María Luisa, haría las veces de madre para con él y sus hermanitos. Otra hermana de Benigno, quien era  religiosa dominica de clausura, vivió con la familia, debido al cierre de conventos y otras leyes anti eclesiásticas en Venezuela. Su padre volvió a contraer matrimonio y de aquella segunda unión nacieron otros seis hijos. José Gregorio creció en ambiente familiar y vecinal rural, pero de importantísimos valores humano cristianos, lo cual influyó en  su encumbrada personalidad.

Desde pequeño se distinguió por una excelente conducta y destacó como buen estudiante. Cumplidos los trece años dejó atrás su hogar en Isnotú, para emprender un largo viaje hasta Caracas, donde primero cursó lo que actualmente llamamos bachillerato, en el afamado Colegio Villegas, y posteriormente Medicina, graduándose con excelentes calificaciones, en la Universidad Central de Venezuela (UCV) el 29 de junio de 1888.

Aunque hubo propuestas, de parte de sus amistades, para que se estableciera en Caracas, José Gregorio tenía la convicción de que la primera misión estaba en su lugar de origen, Los Andes, donde, como en el resto de la Venezuela rural, abundaba la pobreza. Mientras tuvo como residencia su pueblito natal, ejerció por varios meses la profesión médica (desde agosto de 1888  hasta abril de1889) entre los estados Trujillo, Mérida y Táchira.

Buscando otro lugar para establecerse en el país, debido a ciertas hostilidades en la región, le llegó la noticia de su recomendación ante el presidente de la República, Juan Pablo Rojas Paúl,  para viajar como becado hasta París a completar sus estudios y traer adelantos científicos a la nación. Inició así una titánica labor en el país, trayendo el primer laboratorio científico y ejerciendo apasionadamente la docencia universitaria y su dilatada profesión como médico.

“Así como los tengo a todos en mi corazón, con el cariño más grande que se puede tener en este mundo, así quiero tenerlos junto a mí en el cielo para nunca más volvernos a separar” JGH, 1908

Siguiendo las inspiraciones de su profunda espiritualidad, en el año 1908 entró al convento de La Cartuja, en Italia. No pudiendo asumir los rigores de aquel estilo de vida volvió a su querida Venezuela a seguir ejerciendo la docencia y medicina, pero con el anhelo de regresar a los senderos de una consagración definitiva. La ocasión se repite en 1913 cuando ingresa al Colegio (seminario) Pío Latinoamericano de Roma. Por motivos de salud, y forzado por el comienzo de la Primera Guerra Mundial,  debió regresar a Caracas sin cumplir dicho propósito.

Aunque intentó dos veces la vida religiosa en  Italia, el camino vital de José Gregorio se desarrolló fundamentalmente en la capital de Venezuela donde residió con su querida familia y trabajó casi toda su vida;  su casa de habitación estuvo ubicada en varias de las parroquias que hoy se conocen como el centro de Caracas. Desde 1909, cuando regresa de La Cartuja, residió en el sector La Pastora, dónde tenía su casa y «consultorio» . Durante estos años acude diariamente al templo del lugar, sin dejar de frecuentar los del centro, particularmente la Santa Capilla. En La Pastora vivió hasta su fallecimiento en junio de 1919.

El hombre de la fe y de la ciencia, desarrolló una amplia labor clínica e investigadora, incluyendo, entre muchos escritos,  la publicación de un libro de bacteriología y otro de filosofía.

José Gregorio hablaba, además del español, francés, alemán, inglés e italiano. Era conocido como un profesor culto, con habilidades para la música y también como un filósofo. En su etapa juvenil participaba con frecuencia en la retreta citadina y bailes de la época.

Médico, profesor, científico y hombre de profunda fe católica, el Dr. José Gregorio Hernández destaca en la historia por sus aportes al desarrollo de la medicina moderna en Venezuela, la dedicación a su querida familia, la polifacética experiencia de vida y por la generosidad con la que atendió a todos sus pacientes, teniendo especial atención para con los de bajos recursos.

Sus biógrafos lo describen, además de su indiscutible vida espiritual, como un hombre íntegro, recto e intachable; excelente galeno, docente abnegado y mejor ser humano. Fue médico de varios presidentes de la República, de ministros y destacadas personalidades.  Sin embargo, no se aprovechó de ninguna forma de estos pacientes observando para con todos ellos el mismo trato profesional.

El domingo 29 de junio, una vez cumplidos sus habituales deberes religiosos y profesionales, murió después de ser atropellado por un vehículo  en la esquina de Amadores, ubicada en el sector La Pastora, Caracas. Un golpe seco contra la acera le ocasionó una fractura de cráneo que terminó con la vida de uno de los venezolanos más admirados. La repentina noticia sorprendió a la sociedad caraqueña y de diversos lugares del país, aglutinando en sus exequias a decenas de miles de ciudadanos; como dijeran algunos, fue un día de luto para la ciencia y la patria.

Después de su muerte, la devoción a su figura se extendió entre los venezolanos de  los diversos estratos sociales. También el apelativo, por parte de muchos de sus devotos, al llamarlo “el médico de los pobres” se difundió aún más entre los sectores populares. La «estampita» y su devoción fue llegando, prácticamente, a cada hogar de Venezuela, e incluso a otros países de la región.
José Gregorio Hernández Cisneros como médico, científico y docente, se puso al servicio de quien lo necesitara, convirtiéndose así en una persona admirada por todos. Vestido de traje de color oscuro, con el bigote y el sombrero negro, a usanzas de la época, o con la típica bata blanca, su imagen y devoción acompaña a las familias, generación tras generación.
Su beatificación y canonización han despertado mucho interés por conocer más y mejor su vida. Como escribía el cardenal José Humberto Quintero: “El Dr. José Gregorio se destaca en la historia contemporánea con imponencia de montaña. De la infancia al minuto de la muerte, la vida de José Gregorio Hernández fue un constante subir hacia la perfección. La ciencia y la santidad eran sus metas. Triunfó alcanzándolas”.
San José Gregorio Hernández Cisneros se nos presenta, particularmente a sus coterráneos, como un modelo para hacer, entre todos,  una Venezuela iluminada por su espiritualidad, formación y vocación de servicio para el bien común.

Pbro.  José Magdaleno Alvarez.

Dirección: Arquidiócesis de Caracas, Centro pastoral José Alí Lebrún, Calle Sojo, El Rosal, Caracas.
Teléfonos: +58 212 953.06.78 | +58 212 952.98.97 | +58 212 952.9509
www.arquidiocesiscaracas.com

Copyright 2025 Arquidiócesis de Caracas